miércoles, 16 de julio de 2008

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taken from somewhere else

Fui al concierto de R.EM. e Hanover con Denton. Rupert ya me había echado de su casa...

... me abrí paso entre la multitud que había delante del escenario y me senté en uno de los altavoces con otro chico de Camden llamado Lars. Nos quedamos allí sentados mirando a la gente, a todos aquellos jóvenes americanos muy sudorosos y pirados que miraban al escenario.
Algunos estaban viajando y muy colocados, otros tenían los ojos cerrados, y movían sus grotescos cuerpos bien alimentados al ritmo de la música.

Esa chica a la que llevaba mirando la mayor parte de la noche estaba espachurrada en medio de la primera fila, y cuando captó mi mirada, le sonreí. Me lanzó una mirada desafiante y se volvió hacia la banda, moviendo la cabeza al ritmo de la música.

Yo me sentí molesto de verdad y me puse a pensar: ¿Cuál era el problema de esa chica?
¿Por qué no había sido amable y me devolvía la sonrisa? ¿Le preocupaba alguna guerra inminente? ¿Sentía terror? ¿O inspiración? ¿O pasión? ...
A lo mejor se le había rayado el disco de Talking Heads o a lo mejor papá todavía no le había mandado el cheque. Eso era lo único que le preocupaba a esa chica.
Tenía a su novio al lado, un yuppie total con brillantina en el pelo y una corbata muy fina.
¿Y cual era el problema de ese chico?
¿Había perdido el carné de identidad, pusieron demasiadas anchoas en la pizza, se estropeó la máquina de tabaco?
Y seguí mirando a esa chica:
¿Había olvidado tapar el frasco de shampoo esta mañana? ¿tendría alguna infección en las vías urinarias? ¿por qué se comportaba de un modo tan jodidamente imperturbable?
Y de verdad que no estaba siendo cínico con esa puta y el carapijo de su novio.
En verdad creía que sus problemas no iban más allá de lo que yo pensaba.
No se tenían que preocupar por buscar calor o comida.
Tampoco de bombas, láseres o disparos.
A lo mejor les habían dejado las personas de las que estaban enamoradas; a lo mejor su ejemplar de 'Speaking in tongues' se les había rayado. En eso consistían sus problemas en este trimestre.

Pero entonces comprendí, allí sentado con el altavoz vibrando debajo, la banda sonándome a tope en la cabeza, que estos problemas y el dolor que sentían eran auténticos.
Quiero decir, que esa chica probablemente tenía mucho dinero, como también lo tenía su novio.
Otras personas puede que no simpaticen con los problemas de esta pareja y puede que ellos no les importe ninguna de estas cosas, pero a Jeff y Susie les seguían importando; esos problemas les hacían daño, esas cosas les molestaban... Y eso es lo que me parecía patético de verdad. Me olvidé de la chica y de todos los demás idiotas y me metí otra línea de coca que Lars me ofrecía...

Easton Ellis, Bret
Rules of Attraction
Anagrama, España 2002