Cuando era muy chico, no tenía llaves de la entrada de mi casa
Yo la escuchaba y ella no me veía
y esperaba todo ese tiempo
desde las 2 hasta las 6 de la tarde
y me decía, ves, no hay luz
Aprovecho estas líneas para decirles que sus palabras y sus ruidos, han llegado lejos hasta acá,
a la ciudad monstruo del mundo.
Dolió y mucho, el vuestro deseo de dejar el borda y no poder, las noches de soledad, el coqueteo con la muerte de venas cortadas o sobredosis, la espera de la visita, las pastillitas con horario, el qué tal como andás, dormiste bien? te pegó el enfermero?
Por acá también estoy cansado de que me digan loco, loco porque les digo nunca trabajen, loco por no pensar en la cruz, ni en casa, familia, éxito o dinero,
loco por aceptar que me encantan las mujeres y sus redondeces
es la cárcel de los deseos
sufro sin desesperación
y sin nunca darme por vencido
ojalá salga el sol, y para todos
también quisiera salir del manicomio
y de paso inventarnos un otro mundo,
uno nuestro y para todos...
el dolor es un usurpador que se instala, se agasaja y espera ocasión
es como una garrapata que te chupa la vida
cómo -me pregunto yo- lo dejé adueñarse?
ha crecido su poder como un vicio
sabe que en mí está su casa?
sabe que no hay ley que lo desaloje?
sabrá que estoy cansada?
sabrá que no es grato inquilino?
que si me suicido está perdido?
porque a donde vaya, no viene conmigo
El perdido no viene conmigo